Cuando Covid-19 llegó a nuestras vidas

Si alguna cosa nos ha podido enseñar esta pandemia, es que la vida cambia de un día para otro. Que creíamos tener todo controlado, que nos aferrábamos a nuestro trabajo, a nuestros proyectos sin tener en cuenta que nada de esto podría ocurrir, que nadie podría arrebatarnos nuestros tesoros más preciados y mucho menos, condicionar nuestro modus vivendi…
Pero ¿qué ocurre cuando nuestros proyectos se derrumban; cuando no estamos a salvo de nada ni de nadie; cuando nos condicionan nuestras relaciones sociales y la forma de interaccionar; cuando la situación económica delimita nuestras capacidades; cuando nos vemos limitados y condicionados en el tiempo por la incertidumbre y el miedo a lo que pueda ocurrir?

  •  Preguntas que no encontramos respuesta…
  •  Preguntas que determinan nuestras emociones…
  •  Preguntas que condicionan nuestras acciones…

En definitiva, un impacto emocional con efectos que debemos reconocer y no negar. Impacto que nos permitirá atravesar diferentes estados, que no siempre serán fáciles, pero de indispensable recorrido cada uno de ellos: zona de miedos, zona de aprendizajes, zona de crecimiento….
El tipo de viaje que hagamos por estas zonas, dependerá de nuestra capacidad de adaptación y flexibilidad al medio, de nuestro afán de control o de falsas necesidades y creencias irracionales, que nos limitan, nos perturban y, con ello, nos causa sufrimiento.
Evolucionar y crecer dependerá de nuestra capacidad de gestión emocional y para ello, la ayuda profesional nos puede garantizar un acompañamiento, un crecimiento personal que nos permita construir desde la emoción sana, la funcionalidad y la toma de conciencia.

Manejar de la mejor manera posible la adversidad compleja y difícil que estamos viviendo producto de esta pandemia, es aprender a reconocer las emociones que nos perturban como son: ansiedad frente al miedo que va a pasar, el sentimiento de vulnerabilidad que nos genera la impotencia y la falta de control ante la situación que estamos viviendo; la ira o rabia que surge con la restricción de nuestras libertades por las medidas establecidas por el confinamiento; sentimientos de culpa frente a la responsabilidad de posibles contagios.

Os proponemos un ejemplo para transitar por los diferentes estados emocionales:

ZONA DE MIEDO: “Me quejo a menudo”
ZONA DE APRENDIZAJE: “Tomo conciencia de la situación y pienso cómo puedo actuar”
ZONA DE CRECIMIENTO: “Vivo el momento y me enfoco en la solución”